MICRORRELATOS & graffitis
Quizás el microrrelato sea a la novela lo que el graffiti a un cuadro. Entre los creadores del primero, destaca el nombre de Augusto Monterroso. Sin duda, su texto más celebrado es el que sigue:
Y este posible microrrelato mural ¿qué os parece?
Nos centramos ahora en el arte de
intervención urbana (street art) y en las múltiples e interesantes posibilidades creativas
que este brinda como experiencia estética integrada en el entorno del alumno. si existe un artista indiscutible del género, ese es Banksy. De él poco se sabe. Banksy es el seudónimo de un prolífico artista del street art
británico. Se cree que nació en Yate, localidad cercana a Bristol, en
1974, pero los datos acerca de su identidad son inciertos y se
desconocen detalles de su biografía.
Ahora proponemos la siguiente actividad creativa: partiendo de una imagen de Banksy, construir un microrrelato:
cOnCuRsOdEmIcRoRrElAtOsGrAfItTeRoS
Banksy
La dura soledad del dictador
Una vez terminada la
guerra, se impuso la dictadura. El dictador, de cuyo nombre no quiero
acordarme, decidió fusilar a todas las personas que tuvieran ideas
contrarias a las suyas. Aquellos que lograron sobrevivir decidieron
refugiarse en los conductos de las alcantarillas. Pero el dictador
decidió hacer una remodelación urbanística para modernizar el
sistema de alcantarillado, por lo que muchos, desgraciadamente, acabaron
gaseados. Cuando por fin se decidió a cambiar su forma de gobierno
comprendió que tal intento carecía de sentido. No podía contar con
el voto de sus ciudadanos por estar todos muertos. Lógicamente, se
suicidó.
©Juan Enrique López Milán
Banksy
la MARCA
Hace mucho tiempo, en un
lugar cuyo nombre no recuerdo, vivía un matrimonio feliz con su
único hijo. El chico tenía una extraña MARCA en el brazo. Varios
años después se presentó en su humilde hogar el mensajero de EL
REY (qué rey: cualquier rey). Venía en busca del niño, pues, según
una profecía marcada en EL LIBRO (qué libro: cualquier libro),
traería el caos a este mundo aquel que portase LA MARCA. Así que al
encontrarlo, sin más vacilación lo mato. El libro cumplió con la
profecía. Solo que lo que esta no había revelado del todo es que
seria la muerte del chico, precisamente, lo que acarrearía el caos a
este infortunado mundo.
©Cristina Herrería
González
Hubo en un tiempo un hombre:
Fue llamado Alucard.
Otro es su sobrenombre.
Como esencia del mal,
solo para matar,
solo para matar,
nació aquella criatura,
terrible bestia impura.
Gustaba derramar
de enemigos la sangre,
pescarlos en palangre,
aunque era empalar
su más cierta pasión,
y por ello ganó
famoso sobrenombre
de oscuro empalador.
Gracias a un soñador,
un famosos escritor
Bram Stoker de nombre,
juntamos el terror
en un libro y un hombre.
©Daniel Fuentes Martínez
Para terminar, hemos elegido este texto del poeta polaco Zbigniew Herbert que, creo, quiere transmitirnos un mensaje: tratemos de ser ambiciosos, inconformistas; nunca dóciles ni erróneamente cautos como muebles.
Llega la hora de recapitular. ¿Hemos aprendido algo? Quizás. Puede que a perderle un poco el miedo (queda el misterio) a esa cosa tan enigmática, tan fascinante que llamamos lenguaje poético, en sus diversos soportes gráficos, pictóricos o audiovisuales, y que nada tiene que ver (y, sin embargo, ¡tiene tanto que ver!) con la aridez de las gramáticas.
Tal vez comenzamos a orientarnos siguiendo el curso de las múltiples constelaciones de signos que conforman nuestra realidad cotidiana. Esa realidad sobre la que, a menudo, rebotan nuestras preguntas y perplejidades, igual que contra un cristal blindado.
Tal vez comenzamos a orientarnos siguiendo el curso de las múltiples constelaciones de signos que conforman nuestra realidad cotidiana. Esa realidad sobre la que, a menudo, rebotan nuestras preguntas y perplejidades, igual que contra un cristal blindado.
Para terminar, hemos elegido este texto del poeta polaco Zbigniew Herbert que, creo, quiere transmitirnos un mensaje: tratemos de ser ambiciosos, inconformistas; nunca dóciles ni erróneamente cautos como muebles.
Los objetos
Los objetos siempre están
en orden y por desgracia nada se les puede reprochar. Nunca logré
sorprender a una silla cambiando su apoyo de una pata a otra, o a una
cama encabritándose. Tampoco las mesas, incluso cuando están
cansadas, se atreven a arrodillarse. Sospecho que los objetos hacen
estas cosas por razones didácticas: para no dejar de recordarnos
nuestra inconstancia.
©Zbigniew Herbert
y esto ha sido todo